EDUCACIÓN

Educación Anacrónica

Ecuador en el siglo XXI cuenta con una educación del siglo IX

Imagine el tiempo en que sus padres iban al colegio, hace 20 o 30 años ¿Era la educación muy distinta a la actual? Parece que la única diferencia es que actualmente nos maltratan menos, y que se han incorporado algunas materias algo diferentes como para dar la idea de un cambio.

A nuestros padres les dictaban, igual que a nosotros, usaban uniformes iguales a los que aún se usan ahora - es la tradición dicen -, tenían que hacer tareas escolares todos los días, etc.

La educación en Ecuador está muy atrasada con respecto a los países más desarrollados, y esto nos coloca en desventaja, especialmente en relación a la revolución tecnológica que ha cambiado el mundo tan radical y definitivamente.

Es bien sabido que memorizar información como si fuésemos pericos amaestrados no es la mejor forma de “aprender”, pues lo que se aprende de memoria se olvida muy fácilmente. Las condiciones del aprendizaje han cambiado, ahora los maestros ya no son los únicos portadores de conocimiento, pues ahora el conocimiento está al alcance de todos, a un clic de distancia. La función de los maestros ahora es desarrollar en los niños y jóvenes las habilidades para aprender a aprender, es decir, aprender a razonar, a deducir, a relacionar, etc. Y más que eso, darles una ayuda para poder convertirse en seres humanos valiosos para la sociedad, evitando que caigan en el abismo en que actualmente se hallan muchos de ellos y ellas.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, seguimos recibiendo dictados del profesor, dictados a los que no se les presta atención y de los cuales poco o nada se entiende, seguimos haciendo largos y tediosos deberes todas las tardes (Se ha comprobado que las tareas escolares son la primera causa de maltrato infantil), utilizando el tiempo en el que podríamos emplear para realizar actividades diferentes: deportes, música, cine, o simplemente descansar. Todas las mañanas debemos despertar muy temprano, después de haber dormido tarde por cumplir con los deberes, y vamos al colegio usando un uniforme incómodo y anacrónico, y por supuesto, falda y tacones para las niñas, cimentando desde tan temprano la diferencia de género que no nos permite jugar libremente en los recreos. ¡La misma rutina día tras día!

¿Por qué el niño no ha de dedicarse a lo que le gusta? ¿Por qué ha de recibir matemáticas seis horas a la semana, si su futuro es ser un poeta o músico, y viceversa?

Todos hablan de que la educación necesita un cambio radical, pero poco o nada se hace al respecto. Comencemos nosotros haciendo nuestra parte, porque no podemos esperar que otros hagan todo el trabajo. También hace falta un compromiso serio de parte de los estudiantes, para que por sí mismos emprendan el divertido camino hacia el conocimiento.

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Author: Editor
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