Vivimos en un mundo revolucionado por los avances tecnológicos que nos traen influencia positiva y negativa en el ser humano.
¿Podremos vivir sin telefonía celular?, ¿sin redes sociales? , es una pregunta difícil de contestar hace unos 20 años atrás, ahora esto ha formado parte integral del ser humano volviéndose un ente indispensable en el desenvolvimiento diario.
Un ente que ha marcado la diferencia entre padres e hijos, es que en el pasado eran nuestros padres quienes nos enseñaban el manejo de la máquina de escribir, nos enseñaban a buscar en un diccionario, y ahora somos nosotros los hijos los que enseñamos a nuestros padres a usar la tecnología, volviéndonos de aprendices a profesores de ellos.
En el aspecto positivo gracias a las redes telefónicas lugares inhóspitos tienen comunicación, tenemos una biblioteca virtual que facilita el trabajo, podemos acceder a una red de amigos, no solamente nuestra comunidad sino de diferentes partes del mundo, pero así mismo ésta tecnología que nos acerca, ha afectado las relaciones familiares y afectivas, volviéndose las relaciones interpersonales de una manera fría, al establecer lazos solo por medio del computador y dejar a un lado el afecto, la conversación telefónica, detalles, y a veces con una personalidad del otro lado incierta, porque desconocemos al personaje con quien establecemos las conversaciones, además nos volvemos sedentarios frente a un computador porque no tenemos la necesidad de realizar movimientos.
En breves rasgos podemos resumir que la tecnología es buena para quien aprende a usarla conociendo los beneficios y perjuicios que provoca la adicción de la misma.
Como toda actividad se vuelve dañina en el momento que dejamos que ocupe mayor importancia entre las cosas sencillas de nuestra vida.