La crisis económica por la que atraviesan la mayoría de países producto del deterioro del capitalismo, no ha dejado de lado a nuestro país, nosotros si bien no estamos en las mismas condiciones de otros tantos que  están en peor situación, creemos que la ola de la crisis sí repercute en la economía nacional.

Pensar que como adolescentes poco o nada nos importa esta situación nacional y mundial sería una tremenda equivocación; ¿acaso no se dice que la juventud es el futuro de la patria?, por lo que estar desentendidos de la realidad podría provocar que más tarde no seamos capaces de defender posiciones que vayan en beneficio de todos.

Reconozco mis limitaciones en estos grandes temas relacionados a lo político, económico y social; pero tengo interés de transmitir a todos los lectores algo que si bien podría pasar como algo secundario no lo es; pues los grandes movimientos migratorios impulsados por gente emprendedora que trata de encontrar en otras tierras lo que aquí no puede encontrar es justamente expresión de la crisis de la que estamos hablando.

La migración  a la que se  someten  miles de miles de ecuatorianos, entre los que están innumerables cantidades de madres y padres que han tenido que ir a trabajar en diversos lugares ya sea en nuestro mismo país o en otros casos fuera de él,  abre un drama humano de las dimensión de una tragedia.

Sí, una tragedia que  rompe lazos de familia que en muchos casos se vuelven irrecuperables, jóvenes a la deriva sin control por la ausencia de sus padres, encargados a sus familiares y obligando a que los abuelos de la noche a la mañana sean padres otra vez y muchas veces  sin contar con recursos porque viven de pensiones jubilares escuálidas.

Este vacío  dejado por personas a las que amamos crean esas ausencias no solo físicas sino afectivas y espirituales, cuanta falta hace una madres o un padre cuando tienen que dejarnos y cuan peligroso puede ser para nosotros los jóvenes no tenerlos en casa.

Corresponde entonces tomar con la mayor madurez esta ausencia, asumiendo roles que lejos de terminar de destrozar el núcleo familiar, construyan con  responsabilidad,  entrega y compromiso  de nosotros los jóvenes,  lo que constituye la mayor riqueza, la familia, célula vital de la sociedad.