Jaime Romero, estudiante del Centro de Estudios Espíritu Santo, Joven Corresponsal de IBEC nos expone a continuación un interesante artículo acerca de la pereza.
Cada mañana que despierto me cuesta levantarme de la cama, haciendo caso a la pereza considerada por los teólogos y cristianos como el más dañino y peligroso de los 7 pecados capitales, ya que muchas veces no lo percibimos porque se nos presenta, dulce como la miel pero a la vez es corrosivo como el ácido contamina y destruye el alma. La pereza involucra a la vez dos tentaciones que son la apatía y la tristeza ambas hacen daño a la persona que acepta cuya tentación ya que permite que la persona se sienta triste, improductiva, con desgana de la vida llevando muchas veces a la persona a tomar decisiones equivocadas e irreversibles como es el acto del suicidio.
Este acto deja sin cumplimiento de nuestra misión que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros en particular cambiando el orden de las cosas. Los demonólogos destacan mucho a la bestia infernal Belphegor (pereza) ya que este demonio se segura que la persona no haga nada con su vida.
Pero la inferencia de un filósofo llamado Diógenes defendía la pereza como una virtud, de un estilo de vida diferente de no vivir apegado a las cosas materiales ya que cuando la persona muere no se lleva ningún bien material.
Pero en cambio el rey Salomón predicaba en sus proverbios diciendo ve o perezoso a la hormiga mira sus caminos y ate sabio, no teniendo capataz ni rey ni señor asegura su alimento en el verano y lo asegura en tiempos de sequía.
Pero para muchos grandes doctores la pereza era una enfermedad que se la podría estimular ubicada en el cerebro denominando a este lugar el área 25 curando dicha enfermedad.
La pereza para muchos pueden ser una enfermedad, virtud o una obra del maligno para llevarnos al abismo de la desesperación y de la muerte para mí la pereza consta de gran parte de uno mismo de saber sobrellevar nuestros problemas y siendo más productivos y dejar la famosa frase ¨Lo hare después¨ ya que siempre terminamos sin hacer nada.